El Arena en Temporada de Desierto

Como cristianos es difícil no ir por la vida sin escuchar a alguien o a nosotros mismos decir: “Estoy en una temporada de desierto”. Muchas personas piensan que un tiempo en el desierto significa que Dios está lejos o que nuestro destino está lejos de nuestro alcance. Pienso que a veces olvidamos que lo que parece un tiempo de dificultad es realmente una invitación a acercarnos más a nuestro Padre, un tiempo para encontrar refugio bajo la sombra de sus alas. A veces estas temporadas no son tanto temporadas desiertas sino más bien es un tiempo donde nuestro pecado o desobediencia nos ha mantenido alejados de alinearnos con la voluntad de Dios en nuestras vidas. Aun cuando yo sepa que esto es verdad, “la temporada desierta” a la que me estoy refiriendo es en la cual tú estás haciendo todo lo q Él te pide. Tienes una relación cercana con Él, y te mueves al ritmo de su corazón. Puedo decir que he pasado por esa temporada de desierto en mi vida, y todavía puedo verlo claramente. 

El Señor nos guió a unos amigos y a mí a comenzar un Ministerio. Hubo un tiempo en que estábamos avanzando a toda máquina en nuestro ministerio y viendo al Señor milagrosamente a través de nosotros. Estábamos experimentando la presencia de Dios de forma palpable. No hubo un momento donde no tuviéramos un tiempo como dice Isaías 6:1 al entrar en la adoración. “… vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo”. Estábamos hambrientos y arriesgándose por el Señor en cada área de nuestra vida.   Estábamos edificando una familia los unos con los otros, y el libro de los Hechos se estaba representando a través de nuestras vidas. Fue una de las temporadas más maravillosas de mi vida. 

Entonces vino el cambio. El enemigo parecía estar ganando terreno contra nosotros. La división comenzó a tener lugar, y la gente estaba más enfocada en los problemas del mundo que en el gozo puesto delante de ellos. La familia que habíamos construido en nuestro ministerio comenzó a verse como el arruinado sistema del matrimonio y la familia que el mundo parece esperar. El dolor de esta división empezó a empujarme a mí, como líder, a lo que parecía una temporada de desierto. Fue como si hubiese salido de Edén y hubiese entrado en un desierto con lobos que rechinaban sus dientes sobre mí en cada movimiento que hacía. Parecía que el viento soplaba, y en lugar de sentir el Espíritu Santo, terminaba con arena en mis ojos y mi espíritu destrozado. 

Permanecer enfocada en la verdad de mi destino era más difícil, pero tenía que tomar una decisión de mirar a la mentira de la derrota o creer en la promesa de Dios de un futuro próspero. (Jeremías 29:11). Tenía una promesa de una familia en el Cuerpo de Cristo, y más importante, yo tenía a Jesús. Comencé a ver el escenario de esta temporada de desierto como una tierra de oportunidad. Mi misión comenzó a ser encontrar a Dios en cada situación. 

Debido a que empecé a enfocarme en las promesas de Dios, estaba rebosante de alegría que este desierto estaba lleno de arena. ¿Qué tal si en nuestras temporadas de desierto cambiamos nuestra perspectiva? ¿Qué tal si escogemos agacharnos y tomamos la arena en nuestras manos y recordamos que los pensamientos que nuestro Padre tiene para nosotros son innumerables? Eso lo dice el Salmo 139:17-18.

“¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! !Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena, despierto y aún estoy contigo”. 

Cada temporada es una oportunidad para fijar nuestros ojos hacia nuestro amoroso Padre y ver su amor y sus pensamientos eternos de deleite sobre nosotros. Su amor sobrepasa nuestro entendimiento y es inalterable. Permaneciendo enfocados en quién es Él sin importar la temporada por la que estamos caminando es como somos capaces de caminar a través del fuego y salir sin ni siquiera oler el humo de esa temporada. 

Si solamente cambiamos nuestros pensamientos, ninguna temporada es insoportable. Camino por el fuego, pero salgo como el más puro oro. Camino por el valle de sombra de muerte, pero Él está conmigo. Camino por el desierto, y entonces experimentó sus innumerables pensamientos acerca de mí que están llenos de favor y amor. Caminemos en tal entendimiento de su gracia de manera que ninguna temporada gobierne sobre nosotros, en lugar de eso, regalemos a los que están alrededor nuestro la Esperanza de Gloria que es Cristo Jesús. 

Escrito por Jenimar Pendleton

Imagen de Ian Dooley